jueves, 11 de julio de 2024

EL JAGUAR Y LA NOCHE

 

EL JAGUAR Y LA NOCHE

 

En tiempos antiguos, cuando la tierra aún suspiraba con la brisa de los dioses y las estrellas eran las palabras no dichas de los ancestros, existía una noche tan oscura y profunda que engullía el miedo y la esperanza por igual. En su seno habitaba el jaguar, guardián de los secretos y el eco de los sueños olvidados.

El jaguar no conocía el sol, su mundo estaba tejido con sombras y sus ojos eran espejos de la luna. Cazador de silencios y señor de la penumbra, recorría los senderos invisibles del bosque, donde el viento susurraba historias de un tiempo sin tiempo.

Una noche, la más densa de todas, que parecía eterna, el jaguar escuchó un lamento. Era un lamento antiguo, tan viejo como la primera lágrima derramada por el primer ser humano. Guiado por ese dolor, el jaguar encontró a la noche misma, arrodillada junto a un río de estrellas caídas.

La noche lloraba, sus lágrimas eran lluvias de cometas apagados. "¿Por qué lloras?" preguntó el jaguar con voz de trueno callado.

"Lloro porque he perdido mi brillo," respondió la noche. "Los hombres han olvidado mis misterios, han perdido el respeto por mis sombras. Se han entregado a la luz sin recordar que en la oscuridad también reside la verdad."

El jaguar, con su sabiduría innata, entendió el dolor de la noche. "Yo te devolveré tu poder," prometió. Y así, el jaguar comenzó a contarle a la noche las historias olvidadas, aquellas que los hombres habían dejado atrás en su búsqueda insaciable de claridad.

Le habló de la primera chispa de fuego que nació de la piedra y el rayo, del primer tambor que resonó con el ritmo del corazón de la tierra, y de los espíritus que danzan en las llamas de las hogueras nocturnas. Le narró los susurros de los árboles y el lenguaje secreto de las estrellas.

A medida que el jaguar hablaba, la noche se llenaba de nuevo con sus propias profundidades, cada palabra era una estrella resucitada, cada historia un fragmento de su esencia recuperada. Los hombres, al ver el resplandor renovado en la oscuridad, comenzaron a recordar y a temer, pero también a venerar y a escuchar.

Desde entonces, el jaguar y la noche están unidos en un pacto eterno. El jaguar guarda los sueños y la noche susurra las historias que deben ser recordadas. Juntos, mantienen el equilibrio entre la luz y la sombra, recordando a los hombres que en la oscuridad también hay belleza y en el silencio, respuestas.

Y así, en el corazón del jaguar y en el manto de la noche, vive la memoria de los tiempos antiguos, donde el misterio y la verdad son uno solo, y la oscuridad es tan necesaria como la luz del día.

 

Jorge Narváez C.



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