lunes, 8 de julio de 2024

LECHE

 LECHE

\- Les tengo el operativo del siglo, ni la espada, ni las armas; este será lo que dará de qué hablar en el próximo siglo. Seguro que lo dijo con pleno convencimiento y tanta pasión que todos se quedaron callados escuchándola.

\- Miren compañeros -siguió con su explicación-, no es solo un hecho político, una acción de fuerza, sino también el mejor de los símbolos de solidaridad con el pueblo, una denuncia pública ante los ojos del mundo por la injusticia y el hambre que vive nuestra gente en los barrios populares; un acto simbólico cargado de significado.

Tenía ganado al menos el silencio expectante de sus compañeros, se veía en el brillo de los ojos y en el movimiento de aceptación de sus cabezas, que parecían danzar con sus palabras.

\- Vean compañeros -continuó diciendo-, hoy vamos a llevar leche a quienes más lo necesitan. No con bombas ni disparos, sino con el alimento que simboliza la vida y la esperanza. Vamos a mostrar al mundo que no solo luchamos por ideales, sino que también cuidamos y protegemos a nuestro pueblo. Esta será nuestra arma más poderosa.

El silencio se hizo más profundo, lleno de asentimientos y miradas de complicidad. La estrategia era audaz, resonaba con la esencia misma de su lucha: la defensa de los derechos humanos básicos, la solidaridad con los más necesitados y la denuncia de las injusticias sociales.

\- Compas, Bogotá verá que no somos solo combatientes, sino también guardianes de la dignidad y la justicia. Somos guerreros de la vida.

El 30 de septiembre de 1985, en el barrio San Martín de Loba, un grupo de jóvenes del M-19 planeó un acto de rebeldía cargado de simbolismo. No buscaban violencia ni dinero. El conductor, sorprendido, cedió ante la determinación en sus ojos. Ellos subieron, abrieron el camión y comenzaron a repartir leche entre los habitantes de los barrios Malvinas, Guacamayas y San Martín. Los niños rieron, las madres agradecieron, y por un momento, la injusticia pareció desvanecerse. No había armas en sus manos, solo la leche que seguía fluyendo, un símbolo de vida en medio del caos.

Diez guerrilleros urbanos del M-19, diez jóvenes, diez héroes, cayeron abatidos en un operativo que movilizó a toda la inteligencia del Estado, 500 hombres del Ejército, del DAS, la Policía y la Sijín. No hubo tiempo para palabras, solo disparos. Los diez muchachos del M-19 y un civil que estaba en el bus, donde los disparos no escucharon razones, fueron masacrados en el sureste de la capital.

La memoria de ese día queda grabada en los corazones del pueblo como un acto de amor y resistencia. Porque en la historia de los oprimidos, no son las balas las que hablan, sino los gestos de humanidad en medio de la oscuridad.

\-¡DAME LA EME!…


Jorge Narváez C.



1 comentario:

  1. Lo recuerdo como si fuera ayer, fue un golpe muy duro para la organización

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