lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD


Esa mañana en la fila del desayuno cambio el turno de guardia por el de las 12 de la noche, pues si ya le tocó navidad en la montaña igual le da si la guardia es a las 12 del mediodía o las tres de la mañana.

Mientras limpiaba las botas sintió como si de repente hubiera regresado a la casa, así de tempranito, con el olor a leña y hojas mojadas, el café recién colado y el ladrido de los perros alegres y bullosos, como niños, como él hace unos años.

Al fondo un radio repite unas órdenes y todos se alistan de forma ordenada y acelerada al mismo tiempo.

Vuelve de nuevo a pensar en su casa, su mamá debe estar pelando las gallinas para la comida de esta noche, recuerda como lo ponía a pelar pollos en una olla de agua hirviendo, se imagina a su madre hablando duro y sus hermanas revoloteando por la cocina mientras él y su hermano menor pelan pollos con agua caliente… tararea en su mente la tonada de esa canción infantil.

Caminan en orden y en estricto silencio, el paso compasado es de alguna manera una melodía en ese camino fangoso.

Revive en su mente la risa de sus hermanas y la música a todo volumen en la sala de la casa, la foto de su padre en la pared con el vestido negro, su bigote arreglado y ese ceño fruncido que todos aciertan a decir que es el mismoque hace cuando esta pensativo, pasa su mano por la frente y espanta unos mosquitos, de paso se toca entre las cejas para asegurarse que es así, que su padre aún vive en esos pequeños detalles que sobreviven en él.

Pasa por sus recuerdos la primera vez que la vio llegar en el camión del trasteo, su vestido rojo y su rodilla izquierda raspada, sus ojos negros y su piel blanca.

Cada palabra que le dijo un par de años después las recuerda con absoluta exactitud, siempre tuvo esa habilidad para recordar detalles, para mirar cosas que los demás no miran y escuchar aquellas cosas que los demás no escuchan, así era con su madre, sus hermanos y con sus amigos, era solo cuestión de escuchar el tono de su voz o mirar los gestos para entender que decían más allá de las palabras. Por eso supo lo que ella le decía la noche en que la miro a los ojos después de la fiesta del colegio y sus mejillas pálidas se tornaron de un hermoso rojo que contrastaba con el brillo de sus ojos y el rubor de esos labios que beso por primera vez y de los cuales quedó prendado para siempre.

La llovizna se trasformó en diluvio, pararon un momento para sacar las capas plásticas pero es más un pretexto para tomar aire porque están empapados; una nube de vapor sale de cada uno de los cuerpos como el humo de un cigarrillo, las manos están arrugadas de la humedad y las botas rechinan a cada paso porque están llenas de agua. Si no fuera porque esa lluvia refresca la tarde y ese calor sofocante, que terrible seria caminar en medio de tanto barro resbaloso, con toda la ropa empapada.

Come un bocadillo y de inmediato se remonta a las tardes en la casa de su abuela tomando bocadillo con leche tibia, una taza grande para él, de esas de esmalte desportillado por el uso y por las veces que se le resbalaron a la vieja cuando lava y que ella, como siempre, encuentra la forma de echarle la culpa a su tía, porque “nunca hace las cosas bien”. Leche con bocadillo o leche con manteca de cacao para cuando estaba con tos.

Recordó la tibieza de las sabanas, el peso de la cobija, la dureza de la almohada que lo hizo renegar una y mil veces y las 62 tablillas de peine mono en el techo de su cuarto. En fin, se trasladó a su cuarto a sus recuerdos, el televisor que heredo de la sala, la grabadora que aun reproduce casetes, los libros, los posters y esa ventana desde la cual puede mirar la terraza de la casa de ella. Cuantas veces no se quedó por horas esperando que salga y verla tras la cortina intentando esconderse, cuantas veces lloró después que se marcharon y esa terraza era solo la soledad hecha cemento y ladrillos vistos.

La tarde cae y encuentran un rancho en medio de la nada en el cual son recibidos con el mismo miedo que en cualquier otra parte, el fogón encendido y los ladridos de los perros. Se dividen las tareas y él se echa bajo el alero del tejado a oír llover cerrando sus ojos. Duerme profundamente un rato hasta que lo llaman a ayudar a terminar de hacer un hueco, se toma un café recién colado así de caliente y como siempre lo ha tomado, sin azúcar. Así lo tomaba su papá, porque decía que el azúcar le quitaba la esencia al café y así lo toma desde entonces, su mamá le decía que por eso era tan amargo y malgeniado.

La noche se apodero del paisaje en segundos y se distribuyeron los puntos de la guardia, mientras tanto él se sienta en un banquito tallado en el tronco de un árbol, escucha los sonidos de la noche en la montaña; en el fogón se cuecen las arvejas con trocitos de cuero de cerdo y el arroz blanco que inundan el ambiente con su olor y con el hambre los estómagos parecen dialogar.

El agua sigue cayendo y un perro mojado se acerca al fogón y se sacude ante el grito en coro de quienes cocinan.

Las 12 y media, en su casa ya repartieron los regalos y deben estar tomándose una champañita, el vecino de la tienda seguro está en la calle con botella de aguardiente en mano, brindándole a todos una copa y su mamá seguro aun no ha dejado su lugar en la dirección de la cocina porque aún falta el plato fuerte, su hermano seguro estará en el cuarto jugando videojuegos y sus hermanas con sus cuñados estarán en la sala y en la puerta de la casa, mientras el sonido del equipo de sonido inunda cada rincón.

Piensa en que no debió dejarla ir sin despedirse, ese cuento de que era mejor así no se lo creyó ni el mismo, porque era mejor llorar delante de ella que hacerlo cada vez que la recuerda, busca entre uno de los bolsillos una linterna la cual enciende y la asegura en su boca, porque quiere mirar la foto que ella le regalo, la del mosaico del grado, busco entre sus bolsillos una bolsa plástica en la cual tiene sus documentos y empezó a buscar la fotografía, la encontró y la contemplo en entre sus manos cuando un silbido cerro la noche para siempre, su cuerpo quedó en posición fetal entre la trinchera y su cara pegada a la fotografía.




viernes, 20 de diciembre de 2013

PIENSO EN TI


Pienso en ti
me impregno de tu recuerdo
de tus imágenes
me entrego al ensueño

Estás en la memoria de mi cuerpo
de mis ojos
de mis manos
de mi lengua
en el olor del deseo



Cada minuto que pasa
te apoderas más de mí
con esa manera de amar
que hemos inventado
(reinventado mejor)

Sin restricciones
sin limites
sin tiempo ni espacio
que impidan que nuestros cuerpos
se fundan
se entrelacen
se empalaguen uno al otro

Es hora ya de dejar de recordarte
quiero una tregua de esos recuerdos
que los vuelvas realidad entre tus pechos
que estas ganas de ti cobren vida
en esos labios
con mis besos

Ya las palabras son una represa incontenible
y buscan el camino que las lleven
a ese desahogo arrollador
para llegar a ti como un torrente

Que mis manos que te buscan
al fin te encuentren
que mis ojos que adivinan tu presencia
sacien el hambre de tu imagen
reflejados en tus ojos

Pienso en ti
entregado por completo a tu recuerdo
con amor y con rabia porque no estás conmigo
con cada poro de mi piel en pos de tu figura
alerta los sentidos

Sin ti
pero cada vez más tuyo
negándome a perecer en el olvido
presagiando tu llegada
sin resignación ni abandono
con deseo y apetito

de verdad que te deseo
mis letras te buscan afanosas
cada palabra que murmuro mientras las escribo
recaen recurrentes
a tu cuerpo
a tus labios
a tu sexo
a tus latidos
Jorge Narváez C.





sábado, 14 de diciembre de 2013

AMADA


Como entender que el amor
no es un botín de guerra
porque el amor ni se gana ni se pierde
se  plasma en el alma
como la tinta en el papel
se impregna como el olor
del café recién colado

El amor es un poco de suerte
que lo encuentra a uno
en el cruce de una esquina
que se aparece en el brillo de unos ojos
o en el timbre de una voz
que uno siempre quiso escuchar

El amor amada mía
es el miedo de morir lejos de ti
es pedirle más tiempo a la vida
mirándote en las noches
en silencio

El amor amada mía
es escuchar con el mismo amor
tu risa y tus sollozos
esperando eso si
el momento de gozar de tus suspiros

El amor amada mía
no es alarde de grandeza
es el derecho de perder
y no quedarse
pero es también extrañar
un segundo después
de haber amado

El amor
he entendido
es la simpleza
de una gota de rocío
no una tormenta

El amor jamás nos ha pertenecido
somos nosotros instrumentos del amor
parte de la hermosa energía
que se lleva en el alma
como la vida y el silencio

La espera es parte del amor
por eso no me canso de esperarte
sin perder la costumbre
eso si
de tenerte ganas
de desearte
para que cuando regreses
podamos saciarnos
por un segundo o para siempre

¿Por qué no?…

sábado, 7 de diciembre de 2013

PLACER





Este poema, cuando termines de leerlo,

se convertirá en un lienzo de tu desnudez

disfrútalo, será como hacerte el amor con las palabras

desborda tu pasión en libertad

sin miedos, sin pudores enclaustrados por los años.



Cada uno de mis versos  será  un sello en tu piel

una caricia lasciva en tu memoria

lujuria que despierta en la lectura,

cada punto, cada coma, cada letra

como manos recorriendo tu figura.



Descansa aquí de tanta espera,

estimula tu cuerpo  con mis signos,

quiero que me desees a partir de lo que escribo

y escribir en tu pubis humedecido mis palabras.



Lee en voz baja este poema,

sube  con tu boca juguetona

por los muslos de estos versos,

hazlo como en el mejor de tus momentos

como una ruta al éxtasis y al cielo.



El olor de la tinta atrapando tus sentidos

como el olor del amor toda una noche,

 la textura del papel como mis manos

deslizándose por ti de punta a punta

y el sabor de mis palabras pronunciadas por tu boca.


Entre este texto encontraras más que lectura

mientras inhalas el aire que exhalas lentamente

así me hundo en ti con las palabras

y se extasía tu mente y la sangre de tu pecho.



Quiero  que imagines el mejor de los momentos

mis manos escribiendo entre tu cuerpo,

mi boca pronunciando tu nombre en cada línea,

mientras llegas a la luz letra por letra.
Jorge Narváez C.

DEL SUR


CINCO


lunes, 2 de diciembre de 2013

TARDE





Cuantas cosas te diría esta tarde si estuvieras aquí,
te diría por ejemplo,
que este sol calienta mi piel
como si fuera tu cuerpo el que me diera su tersura,
que el viento que sopla en mi rostro
me trae rumores y recuerdos.

Podría decirte además,
que aquella mujer que contonea sus caderas
provoca mis sentidos por las tuyas,
en esta tarde en que todo es tan lúbrico.

Que el color de las frutas tan jugosas
me recuerdan tus labios, 
los de tu boca 
y de tu sexo,
así como el olor de las magnolias
me recuerda tu olor a tarde trémula
después de amarnos
hasta la luna llena.

Podría ser que te dijera también,
que en tardes como ésta,
aquí y ahora,
mi cuerpo desea detener su andar errante,
que mis manos quieren descansar en tus caderas,
que mis muslos evocan el suave sueño entre tus piernas
y que mi boca tiene sed de tus sabores.

Por otro lado
en una tarde como ésta,
mis ojos buscan afanosos
los lugares descritos en las antiguas escrituras,
aquellos de atlantes, dorados y amazonas,
lugares donde el amor es pan de cada día
y el placer en ti no es pecado ni es prohibido.

Y así, por cierto, en una tarde como ésta
aquí y ahora estar contigo,
escuchar tus palabras y tu mis letras,
tenerte, palparte, desearte,
mirarme en esos ojos mientras encuentras mi cuerpo
y hacernos el amor por la eternidad
de una tarde como ésta.

Jorge Narváez C.