martes, 31 de mayo de 2016

CARTAS DE AMOR No. 3



La extraño. Es el único estado en el que me encuentro hace tiempo, mis manos afanan a escribir unas líneas para que al menos así usted pueda sentir este corazón que se quiere salir en cada estertor mientras la pienso. 

La extraño, aún después de verla, es más, es en esos momentos en que la extraño más. Extraño sus ojos cuando pensativa mira hacia el horizonte, extraño sus manos que bordan un lazo invisible entre usted y yo, entre la vida y el cielo; extraño cada palabra cada sonido, esa risa estruendosa y su respiración cuando duerme, extraño cada cosa que me hace pensar en usted.

Extrañarla es una tarea cotidiana, echarla de menos, desde el mismo instante en que nos despedimos hasta el segundo antes del abrazo, del beso, del amor que se sale por los poros y que inunda el ambiente como en una película rosa de dibujos animados, con todo y corazones en cámara lenta.

Extraño ese último abrazo, ese con un beso casi clandestino que la disfraza de amiga mientras nuestra piel de amantes tiembla. Extraño su olor a amor, un olor que descubrí la otra tarde después de besarla palmo a palmo y que sólo yo logré encontrar para mi desvelo. 

Mis letras son como alas que me llevan hasta su ventana y que me hacen verla dormida, como la última vez que durmió a mi lado, tierna, silenciosa, frágil, hermosa.

La extraño como sólo se extraña lo que hace falta, como a la vida misma o a la libertad o a la luz en una noche larga y tenebrosa, como si nunca más nos fuéramos a encontrar para seguir amándonos, con miedo, con angustia, con la piel y con el ama. 



Déjeme encontrar la paz en sus brazos nuevamente, no importa que después la extrañe más, porque el día en que deje de extrañarla mis manos y mis letras no encontrarán razón de ser y moriré aun estando vivo.

CARTAS DE AMOR No 2.


Señora

Cuanto daría por convertir estas letras en un susurro. De alguna manera imperceptible para todos, pero totalmente comprendido por usted. 

No creo aguantar más este deseo, este fuego en mis entrañas por tenerla, esta angustia en mis sentidos por encontrarme con usted, estas ganas que me impulsan de manera desmedida a escribir para contarle al menos lo que siento. 

Se me sale un suspiro y en forma de palabra se hace caricia, caricia que espero reciba cuando lea, porque eso es lo que quiero que entienda, que me muero por sentir su piel, por entender el idioma de su cuerpo, por encontrar sus secretos y escudriñar con mi boca hasta su alma. 

Sé que las palabras no son suficientes, pero por ahora son las únicas que pueden alcanzarla en esta lejanía que no soporto. 

Quiero saber si su boca pronuncia estas palabras, si sus manos se deslizan por estas letras, si su cuerpo hierve al leer, como el mío al escribir; sería para mí un pequeño triunfo y una manera de renovar las fuerzas para esperar el día en que la encuentre y pueda escribir en usted todo esto que se apodera de mi cuerpo cuando la pienso. 

Con la seguridad de que al leer usted estará sonriendo, me despido con otro suspiro que brota de mi alma.

lunes, 30 de mayo de 2016

CARTAS DE AMOR No1



Señora.

Probablemente nunca lea esto. 

Pero me muero por decirle que usted es mi fruta prohibida, no sé si mi media naranja o que se yo dentro del amplio espectro de las frutas de este trópico, pero me muero de ganas por probarla. 

Si usted leyera estas notas espero que entienda que no puedo evitar mirarla y que el sólo evento de imaginarla leyendo mis letras, me eriza la piel y me despierta los sentidos. Imagine usted mi reacción cuando está cerca, cuando puedo oler su perfume, cuando escucho el timbre de su voz.

Son pocos los momentos que tengo a su lado, pero los recuerdo como si estuvieran grabados. Usted me encanta con su alegría que me invade, con esos ojos que llenan mi mundo y esa risa que se apodera del espacio la misma que muchos critican pero que yo extraño todo el tiempo. 

No me importa que después desaparezca, igual cuando la vuelvo a ver me hace recordar que usted me encanta. Que me encanta cómo se le ve el uniforme o los jeans o la hermosa manera en que lleva su pelo, perfectamente despeinado le dije alguna vez. 

Por eso hoy tomo aire y asumo con valentía escribirle estas letras. Tengo que confesarle que me imagino a su lado, que amarla en silencio me duele como si tuviera un taladro en mis entrañas, que la sueño a veces y otras no puedo dormir pensando en usted. Sépalo, usted me gusta, me fascina, me quita el sueño desde esa vez en que me sonrió después de que yo la saludé y me llamó por mi nombre. 

Que nada me hace más feliz que verla así a veces ni siquiera se percate de mi presencia, que me llena el alma cuando se sienta a mi lado y me conversa o me deja su perfume en mi mano.

No hay una frase más concreta que defina lo que siento por usted, que esta que escribió Pablo Neruda: “Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”.

domingo, 22 de mayo de 2016

EN ESTE BAR



En este bar, este de luces azules y tenues, este de ventanas grandes y mesas de madera vieja, este de música que tarareas mientras miro tus labios.

Escapando del gris exterior, del frío que me toca, que me hace sentir, me hace vivir más cada reconfortante roce de tu piel y ese olor de café que activa mis papilas, vibrando con tus palabras y cada canción que suena de fondo.


Haciéndote reír, gozando el movimiento de tu pelo frente a la luz azul y tenue, frente a las ventanas grandes, con tus manos sobre la madera lisa y mis manos rozando la tibia piel de tus muslos, conquistando cada segundo más, debajo de tu falda a cuadros.

Contándote historias banales, mirándote decir palabras que casi no escucho, disfrutar de cada una de tus reacciones al alcanzar tu pubis con mis dedos, intentando conocer tu mundo mientras separas las piernas para dejarme avanzar. Decidido, me acerco, lo suficiente para perderme en la profundidad de tus ojos, alivio tu deseo con un beso, mientras mis dedos destilan tu licor en rítmicos movimientos.

Empujo y te miro, tus rodillas separadas, perfectas, mientras deslizo mi deseo en mis dedos, como si el cometido en esta vida fuera estar en ese sitio, haciéndote sentir cada espasmo, cada temblor, cada pulsación.

Vuelvo a dar un trago a mi café, el desfile de gente y de sus sombras por la calle no termina, y yo sigo aquí, viéndolos pasar mientras descansas tu espalda en la ventana y tu cabello cubre parte de tu cara iluminada aun más que las luces azules y tenues de este bar.

domingo, 15 de mayo de 2016

SOL Y RISAS


Mirar caer la lluvia desde la ventana como si fuera la última vez que la miro, dejar caer esa última lágrima en el suelo, como una señal antes del duelo, como una hoja precipitándose mecida por el viento. Puedo mirarte cuando cierro mis ojos en medio de las gotas que se estrellan contra el cristal en caída libre, puedo oír las palabras que nos dijimos la última vez que nos ofrecimos la vida y algo más.


Mirar caer la lluvia y sentirte lejos, sin más oportunidad que extrañarte como se extraña el calor bajo la lluvia de una tarde fría y sin tener donde escamparse del agua, de la soledad y del silencio. Puedo adivinarte en esta noche pensando que me piensas. No quiero morir sin ver la nieve que nos imaginamos juntos una tarde de sol en medio de las risas, cuando juramos cruzar el horizonte tomados de la mano. No quiero morir sin decirte en el oído que se borran las fechas, los lugares y los nombres, pero las promesas hechas bajo el sol y en medio de la risa nunca se olvidan.

MÁS ALLÁ


lunes, 2 de mayo de 2016

TORMENTA


EL DERECHO AL PIROPO


CARTA No. 14

Mujer.

Hoy amaneció soleado, un calorcito entró por mi ventana al despuntar el alba, en mi mente retumbó tu voz diciéndome entre risas “Ya amaneció, ya salió el sol, ya es de día…  ¡Despierta, despierta! ”. Entonces sonreí, mi primera sonrisa de desayuno.

Hoy amaneció soleado, y sin embargo tengo frío. Sí, tengo frío en el alma, como en el bolero. Amaneció soleado, con tu recuerdo en mi mente, con las canciones que empecé a escuchar mientras me alisté para salir, con tu recuerdo dándole vueltas a mi sonrisa.

Hoy amaneció soleado, pero mi sonrisa no aguantó por mucho tiempo, las melodías que me cantabas al oído en las tardes en que nos escapábamos del mundo terminaron acaparando mi atención y mi sonrisa se fue diluyendo en un signo de interrogación por esa ausencia. 

Hoy amaneció soleado, ya te lo dije un par de veces, pero mi sol no está en mi día, ni en mi cielo, ni en mi alma, tengo frío, tengo dolor de ausencia, esa saudade de la Caetano nos cantaba alguna tarde noche entre tus brazos. Hoy amanecí sin vos a mi lado y sin mí en mi cuerpo, yo estoy lejos de aquí tratando de encontrarte de nuevo o de perderme de una vez por todas.