NOCHE
Recuerda, tú misma lo dijiste,
que fue mi mano
como el ala de una mariposa,
la que hizo arder el aire
y temblar la carne.
El universo se guardó en tus ojos,
la vida misma, en la punta de mis dedos.
Tus sentidos se volvieron mares
y tus olas arrasaron mi destino.
Recuerda, yo mismo te lo dije,
nada ni nadie me quitará el perfume,
ninguna muerte extinguirá el deseo
de esas noches de amor entre tus brazos.
Jorge Alberto Narváez Ceballos.
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