CARTAS DE AMOR 20
Señora bonita,
En la quietud de la noche, cuando la soledad se
convierte en un hilo invisible que entreteje mi ser, estas letras resuenan como
ecos del amor. Mi corazón se convierte en un crisol donde el mundo se
transforma, donde cada palabra se eleva libre y desesperada, buscando el sentido
más profundo en la vastedad del universo.
Es así, mi amada amiga, en medio del caos
cotidiano, que estas letras se alzan como un faro solitario en la oscuridad de
mis pensamientos, un grito angustiado que atraviesa la noche para encontrarla.
Cada palabra que le dedico es un universo completo que se deshace, como
estrellas fugaces que brillan intensamente antes de desaparecer en el vasto
infinito del tiempo, pero que permanecen eternamente en mi amor.
En el ritmo incesante de la vida, camino entre
luces y sombras, buscando entender tanto el dolor como la alegría de amarla. Mi
existencia se revela en cada línea que escribo para usted, cada palabra es un
espejo que refleja el alma en su búsqueda constante de significado, en una
profunda agonía por comprender el misterio sublime de su ausencia.
Así, mi señora hermosa, en esta carta tejida con
hilos de tristeza, quiero expresarle que mi alma encuentra su voz en susurros y
gritos de amor, en la belleza efímera de cada palabra que le escribo, como una
melodía única en la sinfonía eterna del universo.
No me castigue más con su silencio.
Con todo mi amor,
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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