jueves, 5 de septiembre de 2024

VIENDO LLOVER

Viendo llover
 
Desde mi ventana, el cielo se desploma en gotas, y en cada una de ellas te veo a ti, distante pero presente. La lluvia no cae, danza. Como si el tiempo, en su capricho, se detuviera para que el mundo respire más despacio.
 
Cierro los ojos por un instante y el cristal se desvanece. Ya no estoy en la seguridad tibia de mi habitación; Estoy afuera, bajo la tormenta. Tu mano en la mía, firme pero suave, como si no quisieras soltarme nunca. Caminamos sin prisa, porque la lluvia es nuestra aliada, nuestro refugio. Sentir el agua correr por mi rostro es como una caricia que me despierta, que me recuerda que estoy vivo, que estoy aquí, contigo, aunque sea en sueños.
 
Cada gota que toca mi piel me hincha el espíritu, me recorre los sentidos. Trae a mi mente historias de encuentros y despedidas, de silencios compartidos bajo cielos oscuros, de risas en medio del sol incandescente, de tardes de hablar de cosas sin importancia y de silencios largos después de temas trascendentes. Y en ese caminar imaginado, no importan las palabras, solo el ritmo de nuestros pasos que se mezclan con el sonido de la lluvia. Porque al final, quizás, eso es lo único que queda: el deseo de caminar de tu mano, sintiendo el mundo a través de la lluvia que nos empapa el alma.

Jorge Alberto Narváez Ceballos
Autor: Darwin Córdoba


 

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