Un día después de la guerra
Un día después de la guerra,
tu cuerpo sigue siendo ceniza,
las huellas de la batalla
son sombras que se arrastran en la tierra.
Un día después de la guerra,
este lugar respira en ruinas,
y el viento lleva consigo
el lamento de los sueños rotos.
Un día después de la guerra,
las casas hablan en silencio,
sus paredes desnudas murmuran
secretos de un tiempo que no se olvida.
Un día después de la guerra,
el sol se asoma tímido,
como si temiera iluminar
los rostros marcados por el dolor.
Un día después de la guerra,
la paz parece un espejismo,
un eco lejano de promesas
perdidas en la niebla del alba.
Un día después de la guerra,
la esperanza es una chispa
en el vasto vacío,
una tenue luz que titila en la oscuridad.
Un día después de la guerra,
la vida vuelve a intentar,
entre escombros y recuerdos,
tejer el hilo de una nueva existencia.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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