Dignidad
No soy más que un fragmento de la vida,
un pensamiento suelto entre la multitud,
pero en mi interior, en la quietud de mi ser,
reside una dignidad que no se quiebra.
No es el oro, ni el estatus lo que me define,
ni las voces que me aclaman o me niegan,
sino la certeza de ser, simplemente ser,
en la vasta soledad de este mundo incierto.
En cada gesto, en cada suspiro contenido,
hay un universo que se despliega sin ruidos,
la dignidad que nace de saberse finito,
pero eterno en la conciencia de ser uno mismo.
Y si caigo, si tropiezo en el polvo de los días,
si el dolor me dobla, si la duda me ciega,
aún así, en mi alma, en mi esencia,
la dignidad persiste, incorruptible.
Porque ser humano es más que existir,
es un desafío constante, un grito silencioso,
es el peso y la gloria de estar aquí,
cargando con la vida, con toda su sombra y su luz.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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