lunes, 2 de septiembre de 2024

LA PRIMAVERA

La primavera

 

En un rincón del tiempo, donde las hojas secas y el polvo se amontonan como testigos silenciosos de lo que fue, una gota de lluvia se detiene, suspendida como un espejismo en el cristal de un sueño. Los árboles, viejos sabios de la naturaleza, murmuran secretos que el viento acaricia con la suavidad de recuerdos lejanos.

La lluvia, con su cadencia delicada, no solo empapa el suelo; también se cuela en los rincones de los recuerdos, esos que se deslizan como cintas de colores en el barro. En ese barro, el eco de una risa se entrelaza con el llanto, formando un tapiz de emociones enlazadas.

En la calle solitaria, bajo la luz titilante de las farolas de los autos, que parecen recordar tiempos mejores, la lluvia se desliza con sus pasos etéreos, persiguiendo sombras de un mundo que se les escapa. La lluvia canta una canción de cristal, un himno de nostalgia y esperanza que se derrama en cada gota. Cada gota lleva consigo un deseo, una promesa tenue de que, a pesar de todo, siempre habrá un mañana.

Afuera dos vidas se entrelazan, un niño que se siente gigante en su mundo pequeño, y un anciano que aún guarda la esperanza de un renacimiento que parece esquivo, pero que al mirar al niño jugando bajo las goteras de los aleros del tejado, se da cuenta que eso es la primavera, en un país sin estaciones.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos



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