La revolución es una fiesta
Te veo, y mi corazón suena,
como tambor en fiesta de pueblo,
como la tierra al ritmo del sol,
palpitando en cada esquina, en cada cerco.
Palpita y canta,
dibuja en el aire melodías de fuego,
y cada latido es un eco de tus pasos,
como tambores que anuncian mi anhelo.
Te miro, y el mundo se vuelve canto,
cada suspiro es un verso que se alza,
y mi corazón danza, canta y ríe
como río que se abraza a la esperanza.
Baila, tiembla y salta,
como arlequín de la vida, en una fiesta,
como en una revolución,
porque la revolución es una fiesta.
Te veo, y mi corazón suena, resuena,
como música de la tierra viva,
como un poema que no acaba,
un grito de amor que nunca cesa.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Óleo sobre lienzo
Darwin Córdoba
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