Manifiesto
Ellos, los que nunca nos vieron,
los que sólo hablaban para sus espejos dorados, tiemblan hoy. Tiemblan porque
en las calles se oyen voces que no caben en sus mansiones, voces que suben
desde las montañas, desde el río que nunca calló, desde el calor sofocante del
llano y las esquinas polvorientas de la ciudad. Es el pueblo, es la gente, es
la tierra misma que ha despertado.
Nos dijeron que no podíamos, que
estábamos condenados al silencio. Nos hicieron creer que nuestra historia era
la del miedo, la de los muertos sin nombre, la de las manos vacías. Pero hoy
nos sabemos más. Somos memoria, somos vida, somos los herederos del fuego que
nunca se apagó. Hoy las calles son nuestras, los sueños son nuestros, y el
futuro también.
El gobierno que nació del
estallido de la resistencia, de los barrios, de los campesinos, de los
olvidados, necesita nuestra fuerza, no la de los fusiles ni la del poder por el
poder, sino la fuerza de la palabra, del abrazo, del grito que hace temblar las
injusticias. Necesitamos la fuerza del poder popular.
Porque Petro no es solo un
hombre, es un camino. Es la semilla de esperanza plantada en una tierra que ha
sido robada, saqueada, violada por siglos. Pero la tierra nunca olvida. Y aquí
estamos, caminando juntos, pisando fuerte, con cada paso diciendo: "No nos
rendimos".
Que tiemblen, que se escondan en
sus torres de cristal, porque el pueblo ya no tiene miedo. Hoy levantamos el
puño, pero también la pluma, la palabra, el sueño colectivo que está por
cumplirse. Hoy somos muchos, somos millones, y somos imparables.
No vamos a ceder, porque la
historia que ellos escribieron con sangre no es la que queremos leer. Hoy es el
pueblo quien escribe, con sudor, con lágrimas, pero sobre todo con esperanza.
Colombia se levanta. Y esta vez,
no volvemos a arrodillarnos.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario