sábado, 21 de septiembre de 2024

LA VIDA EN EL ESPEJO

La vida en el espejo

 

La vida es como un espejo roto, esparcido en los espacios que nunca terminamos de recorrer. Cada fragmento, que dormita entre sombras y luces, guarda una verdad pequeña, un murmullo de lo que somos, pero jamás el todo. Nos asomamos a esos trozos, a sus reflejos quietos, buscando en ellos la pieza que nos devuelva la unidad perdida, creyendo que, al juntar los destellos, brotará la imagen que el tiempo nos niega. Pero el cristal, insensible y huraño, se quiebra más con cada intento, y entre las grietas una luz leve se desliza, revelando el misterio más viejo: el caos es el jardín donde florece la belleza.

 

Es en las fisuras, en esos vacíos hondos que se abren en nuestros pasos, donde habita nuestra esencia. Caminamos entre sombras largas, las sombras que nacen de nuestros deseos, las sombras que nos llaman desde los sueños que tejemos con hilos frágiles. Y sin saberlo, hallamos que la plenitud no está en la unidad, sino en aceptar que siempre faltará algo, que una ausencia, invisible, es la que nos define.

 

Y es allí, en esa falta, donde el deseo se enciende. El deseo de encontrar en los otros lo que se nos escapa, de buscar en sus ojos el reflejo esquivo que no hemos hallado en los nuestros. Pero los espejos, en su silencio, nos engañan. Solo el amor, profundo y herido, se atreve a mirar más allá de las grietas, a sumergirse en el abismo y abrazar la imperfección, porque es en lo roto, en lo incompleto, donde se esconde la verdad más pura.

 

Por eso, jamás me cansaré de decirte que en ti encuentro los fragmentos necesarios para formar juntos un amor verdadero. No porque seamos enteros, sino porque en nuestras grietas, en nuestras sombras y vacíos, la luz se filtra suave, y ahí, en lo incompleto, florece lo eterno.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos



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