lunes, 2 de septiembre de 2024

LA SASTRERÍA DE ALBERTO

La sastrería de Alberto

 

En las casas de adobe, 

donde el tiempo se detiene en las grietas, 

mi niñez corría descalza, 

jugando con las sombras 

que el sol dibujaba en las paredes. 

El olor a tierra húmeda y café recién hecho 

llenaba el aire, 

y los días pasaban sin prisa, 

como si el reloj del mundo 

hubiera perdido su compás.

 

Mi abuelo Alberto, con sus manos de artesano,  

manejaba la aguja y el hilo 

como quien teje historias antiguas, 

en su pequeña sastrería 

donde su radio Philips era cómplice 

de cada puntada precisa, 

de cada botón cosido con esmero.

 

Las telas colgaban como cortinas de recuerdos, 

cada una con un pedazo de vida, 

un trozo de historia que él conocía bien. 

Sus ojos, cansados pero llenos de luz, 

me contaban sin palabras 

cómo los trajes se transformaban 

en armaduras para los hombres, 

en vestidos para las mujeres 

que soñaban con noches estrelladas 

y bailes que duraban hasta el amanecer.

 

Yo me sentaba a su lado, 

observando el arte que fluía de sus manos, 

y en ese rincón de adobe, 

aprendí que las costuras no solo unían telas, 

sino también almas, 

que en cada prenda quedaba impreso 

un fragmento de quien la usaba.

 

Las casas de adobe, 

testigos de mi niñez, 

guardan en sus muros el eco 

de las risas y las historias 

que mi abuelo y su sastrería 

dejaron en mi memoria, 

como un hilo que jamás se rompe, 

como un traje que nunca se olvida.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos

Fotografía del álbum familiar
Julio Alberto Ceballos Burbano
mi abuelo materno


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