Sin miedo
Porque con el fascismo
no se juega,
no se le canta,
ni se le reza.
Es la carne que sangra
sin descanso,
la sangre que no cesa de gritar
bajo la luna rota.
El fascismo,
es un filo constante
que corta las palabras,
que vuelve el silencio
un manto de muerte.
No hay tregua,
no hay descanso.
El fascismo se alimenta
del miedo,
se viste con las sombras
más densas.
Y tú,
que aún tienes la voz encendida,
niegate a entregarle tu sombra,
a dejar que te cubra
con su manto oscuro.
El fascismo no entiende
de esperas ni de lágrimas.
Se levanta en las noches
sin estrellas,
en los días de hambre
y garganta seca.
Se lo enfrenta,
se lo rompe con el puño apretado,
con la herida abierta
que no se cierra
hasta que el sol,
ese sol esquivo,
rompa al fin la piedra
que encierra la libertad,
y florezca en la tierra
un canto nuevo,
una promesa
sin miedo,
un eco que no vuelva
a enterrarse
en la memoria del polvo.
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