En este instante eterno
Cómo te amo, mi vida,
con la suavidad del viento
que acaricia las hojas en el crepúsculo,
con la paciencia del agua
que refleja las estrellas
en la noche serena.
Te amo con la constancia
del río que sigue su curso,
sin prisa, sin pausa,
deslizándose entre las piedras
que el tiempo ha pulido.
Te amo en el silencio
de las primeras horas del alba,
cuando el mundo aún duerme
y solo tú y yo existimos,
como un susurro en la espesura.
Mi amor por ti es como la niebla
que envuelve los campos al amanecer,
lento, inmutable,
casi invisible,
pero siempre presente,
siempre abrazándote.
Te amo con la ternura
de las flores que se abren
con el primer rayo de sol,
con la esperanza que trae cada día nuevo,
con la certeza de que en tu sonrisa
se esconde todo lo bello de este mundo.
Cómo te amo, mi vida,
como se ama lo eterno,
lo que no tiene fin ni principio,
lo que trasciende el tiempo
y vive en cada latido,
en cada mirada, en cada suspiro.
Te amo con la fuerza del mar
que nunca se cansa de besar la orilla,
con la paz que solo se encuentra
en la quietud del atardecer,
cuando el cielo se tiñe de naranja
y el volcán eterno se prepara para descansar.
Así es mi amor por ti, mi vida,
un amor que no conoce fronteras,
que se despliega en el infinito
y se refugia en lo simple,
en lo cotidiano,
en lo que somos tú y yo,
juntos, en este instante eterno.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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