CARTAS DE AMOR 35
Señor bonita,
El sol cae sobre la ciudad, una
luz dorada que baña las calles vacías de su risa. Es un fin de semana de cielos
claros, donde el azul se extiende infinito, pero sin usted, el día se convierte
en un lienzo incompleto, un paisaje que carece de su esencia. La calidez del
sol no basta para llenar el vacío que deja a su paso, su ausencia; sus rayos,
aunque intensos, no logran atravesar la sombra que ha dejado en mí.
Camino por las calles donde antes
solíamos perdernos en conversaciones interminables, pero hoy el silencio es el
único compañero que me sigue. El viento, suave y cálido, acaricia mi rostro,
pero no es su mano la que siento, y en cada esquina, en cada rincón, encuentra
el eco de su ausencia. Es un fin de semana que prometía ser alegre, lleno de
vida, pero sin usted, la alegría se disfraza de melancolía, y la vida, de una
calma que asfixia.
¿Cómo decirle que la extraño? que
nada ni nadie, ni el sol que lucha contra el viento, para darme calor, puede
con esta soledad. Me muero a poquitos sin usted, sin verla, sin abrazarla, sin
ese beso que le debo a su boca, que me provoca desde el primer día que a vi.
Déjeme morir en sus brazos, que
morir en el abandono de mi suerte, no es justo con la vida.
Suyo siempre.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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