Simbiosis
Bajo el velo de la montaña,
todo es verde, inmenso,
como un océano eterno
que se alza hasta los cielos.
La montaña se funde en la piel,
en los huesos,
se enreda en los pulmones
con el aliento espeso de sus vientos.
Su vastedad no es solo paisaje,
es vida que pulsa,
que late en la sangre
con el ritmo de lo eterno.
Y en su abrazo inmenso,
el cuerpo se disuelve;
ya no hay más nombres
ni recuerdos.
Somos susurros de hojas
y silencios
que se filtran por las venas
sin memoria.
Nos traga en su hondura,
en sus fauces de tiempo,
y así dejamos de ser
para fundirnos con ella.
El alma, desnuda y errante,
se transforma en la montaña,
en la verde espesura
y su latido.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Óleo sobre lienzo
Darwin Córdoba
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