domingo, 13 de octubre de 2024

EL PODER DE LA PALABRA

El poder de la palabra

 

La palabra es un árbol gigante que murmura en el corazón de la montaña. Sus raíces, hundidas en los misterios del suelo, despiertan a los que duermen, y de sus ramas cuelgan nombres que alguna vez fueron aire y canción. La palabra es madre de todas las cosas, sin dueño y sin ataduras; llega suave, como un susurro que se posa en la boca, teje puentes invisibles sobre abismos donde los pies aún temen andar.

 

Es un eco de viejas tormentas, la voz que llama desde las sombras, el rastro de quienes ya no están. Va como el agua entre las piedras, siguiendo el curso secreto de cada alma, dibujando senderos en tierras extrañas, haciéndolas suyas. Y en el centro de cada pecho, planta su semilla, una promesa que el viento acuna.

 

La palabra es camino y aire; se derrama en todo lo que fue y será, y nos guarda de la deriva en la vastedad de los días desiertos. En su hálito somos más que sombras errantes, y en su abrazo hallamos abrigo, un hogar del que nadie puede arrancarnos, donde el silencio cede, por fin, a la vida.

 

Y en esa hondura donde mora la palabra, laten los nombres de los que faltan, sus rostros tejidos en la niebla de cada amanecer. Allí, en el eco de las raíces, nunca mueren; allí sus voces son hojas, su memoria es la savia que aún florece en el árbol del mundo.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos

Óleo sobre lienzo
Darwin Córdoba


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