(Poema de días de guerra)
Una gota de rocío
se desliza en la hoja,
como un secreto que la luna
le contó a la madrugada.
El sol despierta,
y la gota,
tan tímida,
se oculta entre las sombras
del viento que pasa.
Las flores la miran,
la guardan en sus pétalos,
como un tesoro diminuto,
brillante,
frágil.
Un pájaro canta su llegada,
y la gota responde,
con un susurro de luz
que desaparece
en el abrazo del día.
Y así, la gota de rocío,
en su silencio de cristal,
se convierte en memoria
de lo que fue,
y en promesa
de lo que vendrá.
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