Padre
En la brisa suave de la tarde,
tu voz resuena,
como un eco lejano
en el corazón de un bosque viejo.
Tus manos,
dibujadas por el tiempo,
son mapas de caminos
que recorrimos juntos,
y siempre regresan.
En cada recuerdo,
la historia de un hombre
que construyó puentes
entre sueños y realidad,
vendiendo sueños
con la fuerza de su esperanza.
Tu risa es una canción,
que resuena en mi mente,
guiando mis pasos
evitando el olvido.
En el silencio de la noche,
cuando el mundo se calma,
tu figura se dibuja
en el umbral de mis pensamientos,
y en el espejo reflejando mi imagen,
te veo, con la misma claridad
de mis ojos de niño.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Fotografía del álbum familiar
mi Padre Jorge Orlando Narváez Silva
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