Mi niña, no estés triste
Ay, mi niña, no llores,
que el sol baila en la mañana,
y en la risa de tu alma
se oyen canciones de paz.
Tu pena, mi niña, es corta,
como el vuelo de un zorzal,
y en las calles, al compás,
la vida alegre se nota.
Mira cómo el viento canta
cuando acaricia tu piel,
y en el cielo azul aquel
el sol las penas espanta.
Vamos, mi niña, bailemos,
que la tristeza no vale,
vamos a saltar al parque,
donde canta el ruiseñor.
Que en el ritmo de tus risas
tus lágrimas se deshacen,
y en su eco, así renacen
la alegría y el amor.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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