Al pie del Galeras
La noche se derrama en sombras
al pie del volcán eterno,
como si el cielo hubiera decidido
vestirse de negro para un baile lento.
El Galeras respira en su sueño,
con el pecho hinchado de siglos,
y la luna, tan indiferente,
lo observa desde lejos,
como si no entendiera
el dolor que lleva en el pecho.
Los murmullos son secretos
que el viento arrastra,
la montaña guarda lo que el día olvida.
Los hombres, diminutos,
se esconden en sus casas,
mientras la noche
se llena de estrellas que parecen burlarse
de nuestras pequeñas preocupaciones.
Es un volcán,
un gigante que no sabe de treguas ni silencios,
y aun así,
la noche lo acoge con brazos abiertos,
con su manto frío y sin reproches.
Yo me pierdo en esta oscuridad
como en un abrazo desesperado,
y al pie del Galeras,
mi alma arde,
como si también fuera fuego antiguo
esperando que al despertar
aun estés a mi lado.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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