¿Cómo no te voy a amar?
Si al
caminar descalza sobre la tierra, en cada paso, escuchas el murmullo del viento
y te detienes en el umbral del silencio, donde el tiempo se pausa, y te
conectas al latido de un mundo que respira a tu alrededor. Si entiendes que en
el rincón más olvidado del alma hay un lugar donde la vida se pliega y
despliega, como un origami de esperanzas, donde cada doblez es un canto de amor
que florece en mil colores.
Si eres la
mujer que recoge los fragmentos de lo cotidiano, los transforma en poesía, en
risas que brotan como flores silvestres en la grieta de una calle cualquiera. Si
tu voz es un canto que resuena en el universo, una melodía que puede desafiar
la inercia del tiempo, y en tu risa, hay una chispa de revolución, un eco de
los sueños que no se marchitan, que crecen en la sombra del olvido, esperando
el momento de brillar.
Y así, con
la sabiduría de quien ha escuchado las historias del viento, te conviertes en
la guardiana de mi verdad, en la narradora de un mundo donde cada día es un
lienzo en blanco, donde el amor se dibuja y la vida se escribe con cada latido.
Mujer sabes
a savia, hueles a viento, suenas a canto primigenio, eres el pulso de mi
existencia, una luz que jamás se apaga, porque en tus ojos plácidos después de
amar, reside la eternidad.
Jorge Alberto
Narváez Ceballos
Hermosísimo compañero poeta.felicitaciones
ResponderBorrarGracias hermano
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