Somos guerreros del jaguar,
no por la fuerza bruta,
sino por la mirada
que atraviesa la noche
y escucha el susurro del bosque.
Nuestra piel lleva mapas antiguos,
dibujados con ceniza y canto.
Nuestros pasos no conquistan,
acompañan.
No herimos la tierra,
la honramos como madre.
No empuñamos armas,
sino memoria.
No levantamos muros,
levantamos palabras
como antorchas
en medio del miedo.
Guerreros del jaguar:
no dormimos del todo,
porque el mundo sueña por nosotros.
Y aunque nos arranquen la selva,
la selva vive en nosotros
como un corazón que no olvida.
Luchamos sin odio,
con el amor indómito
de quien cuida lo que ama
hasta el último aliento.
Porque defender la vida
es la forma más sagrada de rezar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario