Me acercaría a ti sin dudarlo un segundo. Como el fuego al aire que lo aviva, como el agua al cuerpo que la espera. No me detendría en los bordes de tu silencio, ni en las puertas que dejas entreabiertas por miedo. Entraría. Con los ojos cerrados. Con el alma descalza.
Te tocaría con palabras, primero. Con esas que tiemblan en
la lengua cuando la noche cae y todo se reduce a dos respiraciones buscando el
mismo latido. Luego vendrían mis manos, mis dedos como preguntas que no
necesitan respuesta, que solo quieren saber cómo suena tu piel al decir mi
nombre.
No me mires con duda. Yo te he amado en todas las versiones
del tiempo. Te he amado en los cuerpos que no fueron tuyos, en las calles donde
no caminaste, en los amaneceres que no compartimos. Te he amado con la certeza
de quien se lanza desde lo alto porque sabe que volar es cuestión de fe.
Tú, ahí, tan tú.
Y yo, aquí, tan tuyo.
El mundo puede arder, perderse, callar.
Pero si me lo pidieras,
te seguiría hasta el fondo de la noche
sin dudarlo un segundo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Tremendo preludio a una declaración de amor a muerte, también me recuerda un bolero con sonoridad a crugir de piel, ... Si tú me dices ven, lo dejo todo.....o en otras palabras.......después de dudarlo más de tres segundos....leer el poema!.
ResponderBorrarGracias por su apreciación del texto
ResponderBorrar