Te abrazo con furia,
con urgencia,
con el cuerpo que se niega
a ser trinchera
vacía.
Uno, dos, tres…
diecinueve veces tu piel es mi frontera,
mi barricada en llamas,
mi himno escrito en sudor sobre tu espalda.
Siempre habrá un abril
para volver a incendiar la historia,
para arrancarnos la piel con las manos,
para desatar la guerra en la cama
y rendirnos solo cuando el mundo se derrumbe.
Que tiemblen los muros,
que se abran los labios como estallidos,
porque este amor no se esconde,
no pide tregua,
no se calla.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Óleo de Tarmeño Fernandez Villalba
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