Después del bombardeo
resurgió nuestra risa,
como río que no acepta fronteras,
como boca que besa a pesar del miedo.
Desde la trinchera
nos crecieron alas,
hambrientas, firmes,
dibujando futuro en la piel herida.
Y salimos,
con ceniza en los labios,
con el cuerpo ardiendo de ganas,
a pintar otra vida
sobre las ruinas del olvido.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Carlos Pizarro Leongómez y Gustavo Petro Urrego
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