lunes, 3 de febrero de 2025

PLEGARIA


Llamo la tierra, su piel oscura y fértil,  

su latido escondido bajo la hierba,  

su aliento tibio en las raíces del alba.  


Clamo el viento, su canto errante,  

su danza entre los brazos del sauce,  

su roce de pájaro en los trigales dorados.  


Invoco el agua, la que nace del pecho de la montaña,  

que murmura en los ríos y pule las piedras,  

que desciende callada, tejiendo caminos de luz.  


Pido la luz, la que besa los musgos dormidos,  

la que incendia el rostro del volcán  

y enciende en su cima la voz del relámpago.  


Reclamo la risa de los niños aún no nacidos,  

el eco de su júbilo en la brisa temprana,  

la sombra ligera de su paso en la aurora.  


Llamo la memoria de los ancianos,  

el rastro de su voz en las hojas caídas,  

su andar pausado en la lluvia que regresa.  


Y pido la vida, la nombro en susurros y en gritos,  

para que su recuerdo no se pierda en la niebla,  

para que siga latiendo en el rumor del bosque,  

para que su espíritu vuele en el verde del tiempo.  


Jorge Alberto Narváez Ceballos

Plaza de Ruminpamba
Fotografía Darwin Córdoba


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