Danos
el pan de cada día
en
la risa sin hambre de los niños,
en
el maíz que crece sin dueño,
en
la paz que no se firma con fusiles
sino
con brazos abiertos.
Danos
el pan de cada día
en
las voces que no callan,
en
la plaza donde el pueblo se encuentra,
en
el miedo que huye
cuando
la verdad se dice sin cadenas.
Danos
el pan de cada día
en
la lluvia que fecunda la tierra libre,
en
el abrazo que no traiciona,
en
las manos que construyen futuro
sin
látigos ni amos.
Danos
el pan de cada día, Señor,
y
que nadie se lo guarde en graneros de egoísmo.
Jorge
Alberto Narváez Ceballos
Atardecer sobre el Volcán Galeras. @fabiomartinezph
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