Te besaré, amor,
como quien bebe de un manantial infinito.
Atravesaré tu cielo,
el firmamento tierno de tu piel desnuda,
y en las constelaciones de tu aliento
hallaré mi norte.
Me internaré en tus ramas,
árbol vivo que enreda mi deseo,
y enredado en tu abrazo de raíces,
me haré savia,
circularé en tus líquidos
como río que anhela ser mar,
como mar que se funde en la tempestad de tus venas.
Surgiré de la yema de tu corteza,
latido fresco que grita tu nombre,
y al tocarte,
me haré flor que despierta
en el jardín de tus secretos,
alimentándome de tu aroma,
de la humedad que emana del abismo de tu ser.
Te besaré, amor,
y en ese beso,
me sembraré en ti
para renacer.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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