lunes, 2 de junio de 2025

PAÍS POSIBLE




A veces pienso que, si el mundo fuera más justo, yo nacería cada mañana justo en el hueco de tu ombligo, ese rincón tibio donde el miedo no alcanza y todo late con un ritmo más humano.



Me quedaría ahí, silencioso, como se queda el sol detrás de una cortina esperando verte pasar en bata, oler tu café, ver cómo tu boca lo prueba, como si la vida cupiera en ese primer sorbo. Tus gestos simples - recogerte el cabello, buscar una taza, rascarte un poco la nuca - son pequeños milagros cotidianos, como si el amor no necesitara más que una mañana sin prisa y tus pasos descalzos sobre el suelo frío.



Yo te amo como se ama lo que no se quiere perder: no con urgencia, sino con la paciencia suave de quien ha encontrado, al fin, un sitio donde descansar el alma. Y si alguna vez olvidas dónde está tu norte, mira mis manos: te buscan sin mapa, te aprenden sin prisa, te escriben sin tinta.



Porque contigo, amor, he descubierto que hay cuerpos que son países y caricias que fundan ciudades. Y yo, sin pasaporte, crucé tu espalda y decidí quedarme.



Te amo,

con la quietud

de quien ha comprendido

que fundar un sueño

también puede ser

acariciar con el viento.



Jorge Alberto Narváez Ceballos

Tapiz de retazos


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