viernes, 20 de junio de 2025

DESDE EL HORIZONTE DE ENRIQUE DUSSEL: TRES CLAVES PARA PENSAR Y AMAR EL MUNDO

 

Por los caminos de abajo

 

Enrique Dussel no escribió desde la comodidad de los vencedores. No habitó los mármoles de las academias que clausuran la vida entre citas ilustres y conceptos asépticos. Pensó, más bien, desde el lodo, desde las plazas, desde el barro donde los pies descalzos caminan, caen y se levantan. Lo suyo no fue un filosofar para entender el mundo como es, sino un filosofar para liberarlo, para romper los barrotes de las verdades oficiales y para escuchar, con oído atento, a los que nunca tuvieron altoparlantes.

 

Dussel no nos entrega conceptos muertos ni palabras decorativas. Nos ofrece un horizonte. Un horizonte abierto, donde la filosofía no es un lujo ni una costumbre académica, sino un acto urgente de amor y rebeldía. Desde este horizonte, tres claves nos iluminan el camino.

 

I. Pensar no basta: El compromiso social como ética viva

 

Dussel lo dijo sin adornos: pensar no basta. El pensamiento que no nace del dolor del otro es apenas un ejercicio estéril. Para Dussel, la filosofía no puede permanecer indiferente, ni vestirse con ropas de neutralidad. Pensar es amar, y amar es comprometerse.

 

La ética que nos propone no es la de los manuales ni la de los discursos huecos. Es la ética de la alteridad, la ética que nos obliga a mirar al otro como un rostro vivo que interpela, que reclama, que exige ser visto, escuchado y abrazado. No se trata de la caridad que acaricia desde arriba ni de la piedad que observa desde lejos. Amar al pobre, dice Dussel, no es un acto de generosidad: es un acto de justicia.

 

El compromiso social, entonces, no es opcional. No basta con indignarse desde la pantalla ni pronunciar palabras inflamadas desde la comodidad. Es necesario bajar al barro, tocar la herida, llorar con el pueblo y caminar, no delante ni detrás, sino al lado de los oprimidos. Allí, en la proximidad de la llaga, comienza la verdadera filosofía.

 

II. Descolonizar la mirada: Romper las cadenas del eurocentrismo

 

Durante siglos nos enseñaron que el pensamiento universal hablaba con acento europeo. Nos dijeron que la verdad tenía la piel blanca, que el conocimiento nacía en Grecia y maduraba en París o Berlín. Nos convencieron de que pensar desde América Latina era apenas una nota al pie, una curiosidad exótica, un eco menor.

 

Dussel nos invita a romper esa cárcel invisible. Descolonizar la mirada es desatar las cadenas que atan nuestras mentes al patrón de poder que Europa impuso. No se trata de odiar al otro, sino de reconocernos como sujetos plenos de palabra, de razón, de historia.

 

Pensar desde América Latina no es encerrarse en un localismo, es abrir ventanas hacia una universalidad otra, una universalidad nacida desde los márgenes. La epistemología del sur, que Dussel reivindica, es el arte de escuchar a los que fueron silenciados y de recuperar las voces sepultadas por la historia oficial.

 

El eurocentrismo no solo nos enseñó a pensar con cabeza ajena, también nos robó la confianza en nuestras propias palabras. Por eso, descolonizar la mirada es, ante todo, un acto de dignidad.

 

III. La filosofía de la liberación: Pensar desde el oprimido

 

Enrique Dussel no quiere filosofías que se limitan a describir la miseria del mundo. Él nos llama a una filosofía de la liberación, que no observa al oprimido como objeto de estudio, sino que piensa desde él, desde su dolor, desde su grito.

 

No es una filosofía para decorar congresos ni para sumar títulos. Es una filosofía para transformar la realidad, para acompañar las luchas concretas de los indígenas, las mujeres, los migrantes, los campesinos, los condenados de la tierra. Es una filosofía que brota desde lo que el sistema llama desecho, pero que es, en verdad, semilla de humanidad nueva.

 

En la filosofía de la liberación, pensar y actuar son inseparables. No se puede amar sin comprometerse políticamente. No se puede hablar de justicia desde la indiferencia. No se puede filosofar desde el silencio ante la opresión.

 

La filosofía de la liberación es un puente: une la razón con el corazón, la teoría con la calle, la palabra con la acción. Es una voz que resuena en los márgenes, que desobedece los mapas heredados y que construye caminos propios, abiertos, inacabados, vivos.


Epílogo: Caminar descalzos, amar sin fronteras

 

Dussel nos deja una tarea incómoda y luminosa: pensar con los pies descalzos, amar con las manos abiertas y caminar con los ojos puestos en los últimos.

 

No se trata de repetir lo aprendido, ni de aceptar el mundo tal como está. Se trata de desobedecer, de crear, de construir un pensamiento que no sirva para perpetuar las cadenas, sino para romperlas.

 

Como diría Galeano: "Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo."

 

Y como diría Dussel: "no hay liberación sin amor, ni amor sin compromiso político."

 

El camino es difícil, pero en ese camino difícil habita la alegría verdadera: la alegría de sabernos parte de los que luchan, sueñan y construyen un mundo nuevo.

 

Esa es la Tarea…

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos

Enrique Dussel (1934-2023)


 

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