QUÉ BUENO QUE TE ENCUENTRO
Para contarte, por ejemplo, que
esa criatura que habita en mí,
latente como la semilla
que espera la caricia de la tierra,
me recuerda la fragilidad
de mis sueños no nacidos,
de estas ganas de vivir por algo más
que vivir simple y sencillo.
Para decirte que quiero empujarte a tus abismos,
donde el silencio se torna canto
suave y eterno,
donde la vida brota
desde lo más hondo de las entrañas,
y descubrir, entre susurros y sombras,
el milagro de existir.
Y conquistar esa humedad vastísima,
que puebla tu vientre,
y en el abrazo de tu voz,
me disuelvo y me encuentro,
navego en el río de mi sangre,
y en cada curva de tu cuerpo
resurjas,
más fuerte,
más sabia,
más mujer.
Jorge Alberto Narváez Ceballos.
Fotografía de Darwin Córdoba
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