LLUEVE
Llueve sobre el alma,
empapada y tendida,
como ropa olvidada
bajo el cielo gris.
Llueve sobre los recuerdos
que nunca se secan,
que flotan como hojas
en el charco que piso.
Llueve en las calles vacías,
donde tus pasos resonaban,
donde el eco de tu risa
jugaba a esconderse
entre las gotas de agua.
Llueve sobre las heridas,
esas cicatrices viejas
que el tiempo no cura,
y el agua no limpia.
Llueve en el corazón
que aún late por inercia,
sin rumbo ni destino,
solo por no dejar de latir,
solo por seguir viviendo
en la tempestad del olvido.
Llueve sobre los sueños
marchitos y muertos,
sobre las promesas rotas
que flotan en el agua
como barcos de papel.
Llueve y no cesa,
como un llanto eterno,
como un lamento sordo
que no encuentra consuelo,
que no conoce la calma.
Llueve sobre mojado,
y en cada gota, tu ausencia
se hace más presente,
más real, más eterna,
como un susurro en la tormenta,
como un beso en la lluvia.
Jorge Alberto Narváez Ceballos.
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