martes, 15 de julio de 2025

Y ENTONCES SONÓ PINK FLOYD


 

Estábamos hablando

de algo que ya no importa.

 

El clima,

la muerte de alguien que no conocíamos,

una película demasiado larga.

 

Y entonces sonó Pink Floyd.

No recuerdo la canción.

Solo el modo en que bajaste la mirada

como si alguien te tocara desde adentro.

 

Te fuiste a servir café.

Vi la curva exacta de tu espalda

al inclinarte.

El borde de la camiseta

se separó del pantalón.

Tu piel, tu sonrisa,

una frase de Gilmour.

 

La canción seguía.

Tus pasos volvían.

La taza en tu mano.

Tus dedos tan cerca

de los míos,

que respiré por reflejo.

 

Y entonces te toqué.

 

Todo eso sucedió en tres minutos.

Como un solo de guitarra

que nadie aplaude

porque todavía vibra en el aire.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos


 

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