No quiero promesas.
Ni eternidades.
Ni llamas que se apaguen
después del espectáculo.
Solo quiero tu espalda
al alcance de mis dedos.
El hueco donde apoyas la cabeza
cuando te rindes al sueño.
Tu voz sin explicaciones
cuando dices mi nombre.
Ni más ni menos.
Solo eso:
que me busques sin buscarme,
que me toques como si ya me conocieras,
como si el cuerpo hablara un idioma
que tú también aprendiste
a fuerza de ternura.
No quiero ser tu todo.
Quiero ser tu ahora.
Tu pausa.
El lugar donde el mundo se detiene
por un momento
para respirar.
Ni más ni menos.
Tu piel.
Mi piel.
Y eso que pasa
cuando nada más hace falta.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario