martes, 15 de julio de 2025

EL ÚLTIMO BESO

 

No sabíamos que era el último

pero el cuerpo ya lo intuía.

Tus labios tardaron más.

No por amor,

sino por el vértigo.

 

Tu boca tenía algo de viento.

Algo de flauta rota.

Algo que quería quedarse

y a la vez irse

como la voz de Ian Anderson

atravesando la tarde.

 

La habitación estaba en silencio

pero en el fondo,

muy al fondo,

sonaba Locomotive Breath

y tú apretabas mis dedos

como si pudieras aferrarte al presente

con solo ese gesto.

 

Yo pensé en decirte algo.

No lo hice.

Nunca lo hago.

 

Preferí tu clavícula,

la línea exacta donde termina el cuello

y empieza la tristeza.

 

El beso duró

lo que dura el primer acorde del solo,

cuando la canción todavía promete.

 

Después saliste.

Ni un portazo.

Solo aire.

 

Y en el fondo

seguía Jethro Tull,

como si la música supiera

que alguien

acaba de irse

sin dejar de quedarse.

 

Jorge Alberto Narváez Ceballos



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