También hablan
Las miradas, esas dulces y misteriosas compañeras,
que juegan a decirlo todo,
aunque las palabras se queden dormidas
en un rincón del alma,
mientras el silencio las abraza con cariño.
Las miradas hablan, con una ternura silenciosa,
susurran lo que el deseo encierra,
lo que el amor guarda bajo llave,
como un secreto delicado
que solo los ojos se atreven a mostrar.
Hay miradas que acarician como el viento suave,
que envuelven el corazón en un susurro,
tocan el alma sin hacer ruido,
con la delicadeza de una flor que se abre
en el rincón más escondido de nuestro ser.
Y también hay miradas que gritan sin voz,
que dicen lo que el corazón guarda,
como un tesoro en lo profundo,
como un secreto que se confía
solo a la luna en noches de silencio.
A veces, basta una sola mirada para saberlo todo,
para sentir que no estamos solos,
que en el murmullo del mundo
todavía somos dos almas que se encuentran,
que brillan en el reflejo de unos ojos
que no necesitan palabras
para decirnos que estamos aquí,
más vivos que nunca,
más cerca que siempre.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario