Oda a lo Imperfecto
Amo tus imperfecciones como amo el instante
fugaz de la brisa que juega con las hojas en un día de tormenta. Son esas
pequeñas grietas en tu ser las que revelan la verdadera esencia de tu
humanidad, desplegada ante mí en una danza de vulnerabilidad y autenticidad.
Amo lo efímero, por eso en tus ojos no busco la
perfección de un reflejo pulido, sino el destello sincero de tu esencia más
íntima, aquella que brota desde tu naturaleza misma. Cada arruga en la piel
narra historias, te lo digo por experiencia, que no figuran en los libros de
texto, pero que son profundamente significativas para quienes tenemos la
paciencia de escuchar. Cada grieta es una evidencia de la vida que has vivido,
de las luchas y triunfos que te han forjado.
Me encanta descubrir la belleza en lo
inacabado, el encanto de lo imperfecto. Es ahí donde reside la verdad de
nuestro ser, la crudeza que desarma las máscaras y revela la esencia desnuda de
lo que somos. Amo la verdad en los errores, amo cómo abrazas tus caídas con una
gracia que sólo se encuentra en quienes se atreven a ser vulnerables y a
levantarse nuevamente. Amo cómo te ríes de los problemas y de la ironía que se
presenta en el infortunio.
La belleza no radica en la perfección, sino en
la aceptación y en el coraje de ser genuino. Me enamoro de tu ser tal como es,
porque encuentro una conexión auténtica, una sinfonía de matices que
trascienden las expectativas y revelan el alma.
Así que, en tus imperfecciones veo el reflejo
de mi propia humanidad, y en esa visión, hallo una admiración profunda y
sincera. Eres perfecta en tu imperfección, y eso es lo que hace que mi amor por
ti sea tan auténtico y verdadero.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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