Heavy Bogotá
Las calles respiran bajo un cielo de neón,
un aliento de hierro y humo,
donde los edificios se alzan
como espectros de concreto,
vigías silenciosos en la noche sin fin.
Las luces parpadean,
un código Morse perdido
en el ruido de motores y pasos,
un eco de vidas cruzadas,
desconocidas, que se rozan
sin detenerse,
sin saber que existen.
Los semáforos dictan el pulso,
verde, rojo, amarillo,
un latido mecánico
que guía la multitud de sombras
bajo el manto de la ciudad
que nunca duerme.
Esquinas llenas de promesas rotas,
graffiti en las paredes,
historias que nadie cuenta,
y el metal que vibra en el aire,
un zumbido perpetuo
que llena los huecos
de una soledad compartida.
Aquí, en este laberinto de cables
y acero,
donde el concreto se funde con el cielo,
somos todos parte de la máquina,
engranajes que giran,
sin descanso, sin propósito,
buscando un significado
en el brillo frío de la urbe
que nos consume,
una chispa entre las sombras,
un susurro en el estruendo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
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