que el tiempo es una fiera que no avisa.
Tu piel, ahora,
arde como una promesa a punto de romperse,
y mis manos - temblorosas -
te buscan como el agua al fuego.
Vendrá la tierra a morder mis ojos,
vendrán los días sin tu voz.
Déjame tomarte ahora.
Con la boca,
con el alma,
con la fiebre.
No es pecado amarte
si es lo único eterno que tengo.
Jorge Alberto Narváez Ceballos
Óleo sobre lienzo
Mujer con sombrero
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