Podría escribir un libro solo con
las descripciones de tu cuerpo. Me sé de memoria cada parte de ti, cada
pliegue, cada curvatura, cada valle y cada elevación, porque las he recorrido
con mis manos, con mi lengua y lo que es mejor con mi mente. Toda, poro a poro,
hasta me sé el número de lunares en tu piel.
No me canso de decirte cuanto me
haces falta. Estos últimos días han sido de un frío dantesco, me he visto
obligado a llevarme a la cama una bolsa de agua caliente y a dormir con pijama
(me imagino tu carcajada cuando leas esto). Dejaste tus pendientes en el
nochero del lado en que duermes, cuando duermes conmigo. Los he colocado junto
a mi cuaderno de notas para tener algo tuyo cuando escribo, acabo de darme
cuenta que no tengo nada tuyo, solo los recuerdos.
Los últimos poemas que he escrito
son oscuros, en ellos no he podido reír como reímos cuando estamos juntos, tal
vez el clima también pesa sobre las letras. Mi cuerpo sobrevive de lo que me
dejas cuando vienes, me caliento de tu aliento, sobrevivo de lo que me queda de
tu cuerpo. Mis manos escriben porque aun retienen la curvatura al final de tu
espalda, redondez que se explaya en tus piernas, mi boca solo habla porque aun
tiene el sabor de tus labios, de todos tus labios. Mi cuerpo se llena de ti por
partes, con todas las partes de ti, no seria posible vivir sin ese ritual de
cada día.
Toda mi vida esta inscrita en lo
que sé de ti, escribirte por ejemplo es revivir esos momentos, es ampliar esas
palabras, es reencontrar los silencios para poder tenerte a mi lado así sea a
cuenta gotas.
¿Sabes una cosa? No he podido salir desde ayer, mis males se
acentúan con la pena, la noticia de tu demora y la muerte de mi perro han
logrado hacerme enclaustrar, me hace falta la miel de tus ojos para quitar este
sabor amargo en mi boca, me hace falta la tibieza de tus muslos para abrigar mi
triste cuerpo, necesito de ti. Nunca hubiera creído que mi existencia estuviera
tan ligada a alguien más que a mí.
Cuanto espero que el sol vuelva a
salir en el momento preciso en que abres los ojos y me miras sin decir nada
pero diciéndolo todo con tu sonrisa pícara. No me conformo con tu recuerdo, no;
al contrario me lleno de angustia en la medida en que se acerca el día de tu
regreso, pero esta vez has cambiado el calendario de mi angustia aplazando mi
alegría unos días más.
Vuélveme a escribir, me gusta la
forma en que lo haces, esa cadencia que me recuerda el sonido de tu voz, leerte
es parte de mi alegría y además quedará guardado como un tesoro en una cajita
de madera que mandé a hacer esta mañana para eso. Pero no dejes de llamar, ese
color de tu voz me ilumina la vida, al menos hasta el día en que pueda decirte
mis besos en tu boca y recrear mi memoria repasando tu piel centímetro a
centímetro.
Por ahora sigo esperándote,
abrigando mis pies fríos con una bolsa de agua y mi boca haciéndose agua por tu
piel.
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