Te escribo aunque duermes
placidamente en mi cama. Parece mentira poder extasiarme de tu esencia. Hace
unos días mientras caminaba por la ciudad pensaba en un momento como este, tu
rostro sereno iluminado por la luz de la luna que irrumpe en el cuarto, las
sabanas que medio cubren tu cuerpo desnudo, la ropa tirada en el piso como si
hubiera entrado un huracán.
Ayer mientras bailábamos y
reíamos descubrí que cerca estamos los humanos del verdadero cielo, como la
eternidad esta formada de pequeños momentos, como la juventud eterna se plasma
en pequeños recuerdos que luego uno pasa como trozos de película añadidas según
el momento. Que felicidad me has dado, igual que en este instante en que te veo
enredada en las sabanas, escuchando un tranquilo y leve ronquido que inunda mis
sentidos y me hace sentir tan seguro. Al menos por estos segundos, porque la
seguridad no existe y es más no debería existir, mucho menos al amar. La seguridad corroe la imaginación y mata
lentamente esa hermosa manera de enamorar.
Me doy cuenta mirándote dormida,
repasando estas últimas horas, hilvanando con miradas y caricias lo que puedo
decirte en estas notas o mañana apenas despiertes, que te amo porque nunca has
sido mía, porque a pesar de amarnos de esta desaforada manera, jamás nos hemos
adueñado el uno del otro. Sin embargo
dudo que hayamos sido tan felices antes o que lo seamos después de que nos
dejemos de encontrar en noches como estas o en las tardes en las que apenas nos
saludamos en medio del bullicio de la gente que ni siquiera imagina cuanto
amor, cuanta pasión, cuanta seducción destilamos tú y yo.
Amo esta imagen, amo tu ropa
tirada en el piso de mi cuarto, amo este olor a sexo que se impregna en las
paredes, amo tus ronquidos que inundan el silencio, amo tu desparpajo de niña
malcriada que me enredó en ti desde el primer momento en que nos vimos. Amo
sentarme a escribir desnudo con la luz de la luna como foco, con las palabras
aun humedecidas por los jugos de nuestros cuerpos, con ese ímpetu que me
imprimes cada vez que nos vemos.
Voy a regresar junto a ti en este
momento, voy a hacerte el amor mientras dormitas para poder quedar dormido en
tus brazos, atenazados, fundidos en un crisol de pasión que me permita, al menos
este resto de noche, dormir tranquilo, apagar mi cerebro unos segundos para
descansar.
Hermosa poesia...
ResponderBorrarHermosa poesía...
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