viernes, 25 de octubre de 2013

AGUSTIN


El aire frio quema los rostros y el viento ruge entre las montañas, las mujeres cortan hojas de frailejón y las reparten entre los hombres para que sean utilizadas como abrigo.

En la mañana el Taita abrió dos cuyes para leer sus entrañas y todo está a favor, la Michita ha bendecido a los combatientes a pesar de la declaración de excomunión por parte del Obispo traidor en el pulpito el domingo pasado.



Juan Agustín arregla sus aperos los caballos no resisten tanto frio y da la orden de avanzar a paso redoblado, Anganoyes, Genoyes, Jojoas, Pasichanas, Botinas, Pejendinos, Criollos, Chachinoyes, Mocondinos… Soldados por la gracia de Dios, guerrilleros por la gracia de los ejércitos emancipadores.



Bordean los ejidos y avanzan al ritmo del bombo de yegua y las flautas de cáña, nadie sabe para quién trabaja, piensa Juan Agustín a la edad en que debería estar sentado en su cuarto pintando, tomando un anís y fumándose un tabaco. Uno de sus lugartenientes lo alcanza al galope para traerle buenas nuevas: Han desocupado la ciudad. Juan Agustín repasa cada uno de sus movimientos, hace muchísimos años en otro lado del mundo otros trescientos hicieron lo mismo, se hicieron fuertes al borde de las escarpadas montañas y vencieron ejércitos invencibles.


El viento rechifla en sus oídos, la muchachada avanza entre la bruma para ponerse a la orden del Comandante. Cada uno trae sus sueños y sus palos, sus lanzas hechas ayer y sus miedos digeridos.



Esto empezó a nombre del Rey, de un señor tan lejano y blanco como Dios y como acto de fe lo defendieron, tras haber sido atacados, saqueados y asesinados los hombres y mujeres de Pasto por Quiteños primero, por Payaneses después y ahora por los ejércitos de un tal Simón Bolívar . Pero ahora la lucha va más allá, al fin y al cabo el Rey es un ser que exista o no les da lo mismo, la lucha ahora es en contra de los dueños de la tierra y del gobierno, los Dones y las Doñas que los han sometido por tres siglos…


Juan Agustín entra a la ciudad seguido por un ejército de desarrapados indios, que se toman las calles como un día de mercado. El “VIVA EL REY”, hoy se ha trasformado en “Viva Agustín, Viva Pasto, Viva el pueblo”. Los comerciantes y hacendados han huido de la ciudad una vez más, el Obispo se esconde en la finca de tierra caliente, el Cabildo ha cerrado sus puertas. Esta noche bebamos y comamos que mañana moriremos, grita el líder guerrillero y desmonta su caballo.


La ciudad se va a dormir con una idea: “Cuando van a entender estos majaderos, que nosotros preferimos un Rey bien lejos, que un Tirano en nuestras tierras”.

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