Pensé que mirar la tarde en la ventana era suficiente. Sentir el aire golpear el vidrio de ese rectángulo abrazando el gato, contemplando el aire mecer el árbol de enfrente, esperándote sin esperar que regreses.
La piel se eriza al repasar algunos sueños desportillados por la erosión del olvido. Amaneceres fríos abrazando tu recuerdo pasan por entre las imágenes detrás de esta ventana, cuando se ama tanto el amor no envejece, se impregna del polvo y del hollín pero permanece intacto, es solo soplar con fuerza y vuelve a su estado original, eso lo entiendo ahora.
Allá tras esos techos está el volcán inamovible, como un penacho la nube lo toca, lo acaricia, lo besa, mientras repaso los sonidos de las risas que estruendosas alguna mañana se chocaron con estos vidrios en los cuales ahora reposo mi frente. Desde ahora te declaro dueña de mi ventana, del largo y ancho de este rectángulo que ahora adquiere otra dimensión más profunda y diáfana.
Varias noches sin sueño me tienen aquí de frente al tiempo, mirando sin mirar y recordando. Esta tarde se escapa por pocos, como humo a bocanadas entre el que me ahogo, recordando apenas lo suficiente de un pasado feliz, de un pasado que intento no olvidar y del cual me impregno para que se quede en mí, aun mi olvido.
En esta ventana te sueño, de pie, con el gato en mis brazos ronroneando al compás de tus imágenes, como un fondo musical. Y entonces me convierto en gato, brinco al tejado de al lado, siento mis patas afelpadas caminando a saltos por las tejas, mi piel oscura se confunde con las sombras que se apoderan de la tardenoche, con mis zarpas me ayudo a bajar por el muro y llego a la calle y corro como si de ello dependiera mi vida. Viajo por el tiempo y el espacio, como un rio que me lleva a ti, cierro los ojos y atravieso días, meses y años, el mundo se ve reflejado en mis ojos de gato, el mundo y el tiempo, el mundo y tu cuerpo.
La luna siempre ha sido nuestra compañera, ella te bañó desnuda la primera vez que nos amamos. Redonda casi al punto de reventar al pie del volcán eterno y vos allí, te agachas para alzarme en tus brazos y sentir mi cuerpo de gato en tu pecho. Y yo que quiero ser yo para amarte de nuevo, mi sangre hierve, se toma cada una de mis venas y corre por mí, de norte a sur.
Mi sueño se rompe en un suspiro, al pie de la ventana la luz de la luna, mi gato brinca al piso y se pierde raudo tras el sofá de la sala, yo solo recuerdo tu mirada y en mi camisa encuentro un cabello, seguro estuve entre tus brazos aún el olor de tu piel se pierde en el ambiente y el halo de tu respiración desaparece de la ventana.
Pensé que mirar la tarde en la ventana era suficiente, ahora entiendo que además había que volverte a visitar así sea en mis recuerdos.
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