Quiero un beso tuyo, un beso mañanero, un abrazo que me
rompa los huesos con su fuerza y su ternura. Quiero tu voz en mi oído, una
palabra suave que me retumbe en la mente todo el día.
Quiero que me aprietes, como apretabas tus muñecas cuando
eras niña. Dame, en un instante, más que un sueño, una certeza: la certeza de
vivir por un motivo. Porque te pienso en el filo del deseo, en el borde del
abismo.
Quiero encontrar ese punto cardinal en tu piel, como una
rosa de los vientos. El punto desde el que se salta al vacío, una y otra vez.
Quiero recorrer la memoria de tu piel, volver a sentir ese latido que quiere
escapar de tu pecho.
Quiero que me desees con un fervor inatajable, que me hagas
tuyo, que descanse entre tus brazos después de amarnos sin descanso. Y
entonces, oír el latido en tu pecho, después de haber alcanzado juntos el
cielo.
Quiero besarte despacio, poco a poco, resucitar en tu
memoria. Quiero tu lengua, el sabor de tus labios. Y entonces sí, bajar,
recorrer palmo a palmo, explorando tus caminos hasta perderme en tus espasmos.
Quiero que sientas mis manos reencontrando tus sueños. Ver
tus ojos asombrados cuando los míos brillen de deseo. Quiero escuchar ese
suspiro que te deje sin aliento.
Quiero dejarme llevar por las últimas palabras al final del
penúltimo momento, cuando juntos reconozcamos el sendero de tu piel, apretada
entre mis brazos, y morir en tus surcos, para renacer en tus deseos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario