Pasas de pasar, no de uvas pasas…
Cuando yo era niño hacían unos
helados deliciosos en la casa donde ahora es la “Bella Suiza”, en la calle 20
entre carreras 29 y 30. Mario, mi tío, me llevaba de la mano desde la carrera
26 por toda la 20 y entrábamos por un zaguán, siempre largo y húmedo, hasta un patio interior y allí se golpeaba
por una ventanita de madera, como la que tienen en el convento de las
Conceptas, salía una señora pequeñita con bata blanca y nos vendía los más deliciosos helados de
leche con pasas, uvas pasas.
Al viejo Andrés, mi parcero que
ahora vive en Medellín, le gustaban mucho las pasas, él y yo tenemos un amigo
con el cual crecimos en el barrio, en el barrio “Las Cuadras”, más exactamente la
parte del centro ubicada entre las calles 19 y 20 y las carreras 27 y 29; aunque
muchas veces nuestros terrenos se
explayaban hasta el parque infantil en el occidente, el Hospital Infantil “Los ángeles”
al norte, bordeando el rió Pasto en nuestros lugares de juegos en la Loma de Hullaguanga por el
oriente, llegando hasta el Liceo de la Universidad de Nariño por el sur, ese era nuestro
radio de acción. Ah… este amigo, el de Andrés y yo, tenía una tienda de la cual
nos robábamos, yo los “Manichos” y Andrés unas cajitas las cuales devoraba en
segundos, repletas de pasas, de uvas pasas.
De vos no me acuerdo si te gustan
o no las uvas pasas, solo se que pasas, de pasar, una y otra vez en este silencio
de domingo por la tarde. Pasas sin poderte saborear, sin poderte devorar como
Andrés devoraba las pasas, de uvas pasas. Porque vos solo pasas, de pasar, y te
llevas mi tranquilidad, pasas y juegas como el gato con el ratón, pasas y no te
quedas, pasas de pasar, como si tuviéramos el tiempo del mundo. No te olvides
que algún día si estamos de buenas, sin que nos demos cuenta, estaremos como
esas pasas, de uvas pasas…
Me encantan tus poemas, que Dios te siga brindando esa sabiduria en tus expresiones
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