En esta noche oscura y húmeda de invierno
no es necesario un mapa para descubrir
tus latitudes y tu centro,
llego a tus valles como un río natural,
como en la tarde el sol,
como la brisa,
como la luz de tu universo
y encuentro tu ternura.
Con devoción absoluta
desde el sur hasta el norte de tu cuerpo
acariciando palmo a palmo tu figura
gozando del naciente al poniente
tu ser entero,
rompemos el somnoliento letargo
de los amores a medias.
Absolutamente humanos
creyendo el uno en el otro
como un acto de fe,
sin aldabas,
sin postigos
ni cerrojos,
con la boca,
con la piel,
con tu humedad y mis destrezas
encontramos juntos la senda
hasta el final de nuestros besos.
Con sed y con hambre,
con tu lenguaje de gestos,
con mis pies,
con mis músculos
y la punta de los dedos,
sin que seamos pretensiosos
y aceptando tu risa de herejía,
nos amamos con esa pasión irracional
al borde mismo de la idolatría.
Adoración que se pasea por tus accidentes,
que te recrea en mi respiración,
que te anda toda
reconstruyendo mis pasos de otros tiempos,
con exaltado misticismo,
con tu sabor a vino de mi cepa,
con tus ojos cerrados y mirando…
Yo te amo.
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