El
sonido de tu risa-música, es una canción que da vueltas mi cerebro, un punto de
partida, un pretexto para darle rienda suelta a mis recuerdos.
Nada
se puede comparar a la melodía que interpretas con tu respiración, tus gemidos
quedos, tu sonrisa trémula, tu cuerpo palpitante.
Nada
se puede comparar con la música que exhalan nuestros cuerpos al amar, la voz
susurrante, la armonía de la respiración, la percusión de las manos en los
muslos, la melodía de la boca en el oído.
Vuelven
a mi mente esos momentos, instantes de pasión desenfrenada, paredes húmedas y cálidas,
temblores, besos, movimientos acompasados y afanosos, ritmo y crepitar de músculos
jugosos, respiraciones profundas, uñas clavadas a la espalda, mordiscos,
saliva, sudor, puntos carmesí, ímpetu, labios, olores, frenesí.
Recordar
es volver a recrear, traer a mi cuerpo y a mi alma esa secuencia de acciones
interpretadas por nuestras manos, sempiterna sinfonía de encajamientos acuciosos,
tu espalda suave recorrida por mis besos, tus latidos rítmicos marcando el
compás de mis delirios. Sonidos que embriagan llevándonos al clímax de este
viaje tiempo sin espacio definido.
Sonido
gutural, semitono sostenido en tu garganta y en el principio de mi universo
vida, diapasón construido entre tus piernas, vibratos, sonrisas, tonos bajos y
expresiones, mientras tiemblas de pasión y parece que mueres de placer.
Me
encanta escuchar el eco del recuerdo, el silencio roto por nuestra respiración
apurada, perfección de movimientos, coreografía de manos y de piernas, mientras
te dejas llevar como volando en una nube.
Y
entonces entregarme al movimiento de tu cuerpo, tus cabellos reposando en mi
almohada, libreto escrito en tu piel por mi sudor y por mi esencia.
Tu
vos entrecortada me pide, me conmueve, danzamos juntos con la música que
emanas, palabras que no puedes completar, razones y caricias, cántico
ancestral, sonidos pronunciados, palabra original, estrépitos y rechinar de
dientes.
Mis
ojos te han grabado palmo a palmo, no hay lugar de ti que no hayan contemplado,
de nuevo tu cuerpo se hace uno con mi cuerpo y mi vida se me escurre desde el
principio de la creación hasta el centro de tu alma. Tu recuerdo es una hermosa
sinfonía de gemidos, golpeteos y de besos que inunda el espacio. Entro en el
mantra de nuestra religión hedonista y palpitante, en que se convirtió mi amor
por ti.
Me
dejo llevar por tu ritual de espasmos y sudores para alcanzar por fin el cielo,
el punto de inflexión de mi canción de vida y de alegría. Mi recuerdo termina
con tu olor en mi memoria, tu risa- música en mi alma y la imagen de tu cuerpo
rondando por el cuarto.
Si
supieras como me embruja los sentidos regresar al tiempo en que colonicé tus
puntos más extremos, la sima de tu vientre, los rincones insospechados de tu
cuerpo, haciendo de ello un himno de alabanza y una canción al viento.
Recrear momentos de pasión y manifestación plana de las emociones-sentimientos de los seres humanos es sublime. Apropiado para engolosinar el alma. Excelente aporte literario
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